LA SENDA FEMENINA
LA SENDA FEMENINA (revisión de un articulo anterior)
Por primera vez después de cinco mil años, estamos entrando en un gran ciclo femenino que durará otros tantos. Vivimos un tiempo de oscuridad y confusión que en apariencia se asemeja a la complejidad de la mujer. Como en ella, el desarrollo en éstos tiempos no es lógico o formal; consiste en el domino de lo incognoscible, del Caos Primordial. Una mujer está física y psíquicamente estructurada para convertirse en una adepta en el manejo del flujo y reflujo de la creación, un nexo de fuerzas que vive diariamente.
Las impresiones de la senda femenina de ciclos anteriores se borraron con los estragos del tiempo y la transformación física de la propia tierra. Cabe hoy a la mujer, en afinidad profunda, intuir las posibilidades que, en vez de mimetizar el modelo masculino, la alteran a ella, su concepto de sí misma, la sociedad y el mundo radicalmente.
Antes, y como consecuencia de las necesidades de un ciclo masculino, una mujer aprendía en templos sobre su propia naturaleza con sus mayores, manteniendo la tradición de una Isis “velada”. Hoy esos velos han caído y la Shekinah (el aspecto femenino del kundalini) se manifiesta en todas sus formas. Cada mujer ES Isis e incorpora sus misterios. Nunca es “velada” para sí misma.
La mujer se encuentra hoy en un proceso de desvelar sus poderes como señora de la noche, del firmamento, del vacío desde el cual todo surge. Al mismo tiempo se eleva hacia el dominio de los atributos solares. Por medio de la concienciación de su propio misterio y el manejo de fuerzas ocultas, la mujer es capaz de construir un puente cohesivo entre la vida social y la vida interior, entre lo aparente y aquello que está brotando desde su interior. Sabe que la Vida ES el camino, de la cual ella es la energía impulsora y la iniciadora.
Sin embargo, en la personalidad esto crea un estado de incomprensión y ansiedad. Aún no sabe como expresar o integrarlo en su vida.
El proceso es el siguiente. El llamado desde su profundidad interior comienza con una especie de urgencia que asoma. Pronto se convierte en una fuerza definida, una atracción hacía lo imposible, lo ilógico y lo difícil. Nada es suficiente. Desestabiliza su vida diaria. Se vuelve exigente y no puede más tolerar ser un reflejo de otro, o seguir patrones establecidos. Literalmente siente la profusión de técnicas y procesos que definen sus obligaciones como un corsé que ya no está dispuesta a llevar. No es solo cuestión de rebeldía social.
Al adentrarnos en el estudio de nosotras mismas, reconocemos la crítica distinción entre nuestros deberes hacia otros y el compromiso mayor al Yo, una realidad que trasciende nuestros sueños personales y las metas mundanas, mientras habla de posibilidades ocultas y vastas. Una presión nos impulsa hacia adelante, una especie de insatisfacción combinada con una certeza desafiante interior que nos dice que existe algo más. En este momento la auto-observación se vuelve natural, junto con la comprensión y un sentido de la neutralidad genuina. Incorporamos, aún ciegamente, el tipo de justicia que prevalecía en aquellos ciclos femeninos que no recordamos plenamente. Oímos el eco de la Ley de Ma’at, una diosa femenina cuyo mero nombre transmitía verdad, justicia, equilibrio y orden.
Nace la discriminación, la habilidad para distinguir lo verdadero de lo falso, la realidad de la apariencia. Caminamos en la cuerda floja para descubrir, de repente, el equilibrio entre el pensar y el sentir. Desarrollamos nuestra Conciencia y la distinguimos de las miles de leyes, obligaciones, juicios, prejuicios e instrucciones que nos han sido transmitidas como ley. Aprendemos dolorosamente a manejar nuestras emociones sin destruirlas, a aunar esa fuerza como poder. Las relaciones nos obligan a hacer nuestro camino desde la obligación al atrevimiento, el desafío, hasta finalmente la creación. Nos recreamos. En ese momento ya no hay marcha atrás.
En las escuelas de misterios femeninos nunca se trata de lo que hacemos o lo que alcancemos. Para una mujer se trata de abrazar lo ilógico que incorporamos; se trata de la administración del yo y de los mundos que nosotras, como mujeres, contenemos. Como maestra de lo que no tiene forma, la mujer llega a descubrir las leyes de la naturaleza y de lo humano. Al final, recibe la revelación de La Ley – la que cohesiona todo: lo que algunos llamamos Amor y otros Verdad. En ese momento se integra al mundo del día a día.
La mujer despierta al tremendo poder que contiene, una fuerza de gestación, cohesión y creación que posee en alianza con la inteligencia superior, alcanzada en los mundos internos y las dimensiones múltiples. El mundo físico es sólo la punta del “iceberg”, pero es el campo de trabajo principal. Más allá de lo visible se vislumbra la intimidad cósmica y la verdadera feminidad que la mujer consciente incorpora.
Todas las relaciones adquieren una nueva luz. La relación de una mujer con un hombre nunca fue para auto satisfacción sino para un despertar interior y un compañerismo en total igualdad y diferencia. Ahora es el momento para retomar la llave en escuelas de misterios femeninos que volverán a despertar las facultades superiores de las mujeres y, como el hilo de Ariadne en la mitología griega, las conducirán por el laberinto de la vida y de la femineidad.
La mujer de hoy no sigue la senda de su propio misterio porque no lo conoce. Ha carecido del conocimiento, la iniciativa y más importante, el apoyo inteligente correcto y la comprensión que le guíe. Ahora añora ser y expresar el infinito que ella ES, resurgiendo desde su profundidad primeva y donando su sabiduría única, la que abre caminos, la que inspira, la que recrea las texturas del mundo. Ella que es el magnetismo de la luna que gradual y majestuosamente llega a su plenitud solar.
Fonte: http://www.lamujerinterior.es/la-senda-femenina/
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